miércoles, 9 de abril de 2008

nadie te oiga censurar la vida palaciega

Acampado justo en el centro de los ejércitos de sitio. El trabajo se vuelve marronoso. Soy pasto de los virus y del polen. La batidora no funciona. El fútbol desconsuela. Los erizos se revuelcan en mi estómago. Jesús parece que no llega. El apocalipsis parece que no llega. Las naves espaciales parece que no llegan. Las legiones angélicas parece que no llegan. El rescate parece que no llega. McGyver está de vacaciones. Brian Wilson está loco y Robert Smith lleva peluca. Estoy ronco. Casi afónico. Llueve pero no lo bastante. Los teléfonos comunican. Los Smiths se me repiten. David Bisbal se me repite. Los telediarios se me repiten. Cautivo y desarmado. Cadáveres y faunos. Batería baja. Impresoras ya sin tóner. Soñar con plagas. Vacas flacas o vacas locas. Números rojos. Prisioneros rojos. Diccionarios para la ida. Palabros sin regreso.

Conspiraciones contra mí. Topos contra mí. Espías contra mí.

Armas secretas: estoicismo.

Buenas noticias: eres un alma que sostiene un cadáver.

Dentro de poco desaparecerán todos tus males.

Y tú también.

Marco Aurelio.
Meditaciones.
Clásicos de Grecia y Roma.
Alianza editorial.