miércoles, 27 de febrero de 2008

(famous brand replica swiss rolex)

He soñado que Iggy Pop era mi abuela. Y que vivía con Lorena.
Ellos trabajaban de lo suyo. Yo conducía por la montaña.
Algo se movió en el hipocampo.
Mi cerebro se pone en marcha cuando abandono la vigilia.
No todo es vigilia, la de los ojos abiertos.
En mi cabeza una corriente subterránea. Fuego cruzado y turbulencias. Corteza visual, corteza auditiva, corteza frontal, córtex de asociación, amígdala, hipocampo, cingulados, hipotálamos, reticuladas, cuerpos callosos, cielos y endorfinas, dopamina, oxitocina, canabinoides, serotonina, epinefrina.
Sinapsis, dendritas, circuitos, flujo de electrones.
Tu voz en mi estómago. Recorriéndome la espalda.
Taquicardia, confusión.
Correr hacia. Huir de.
Marcadores somáticos en perpetua sucesión.
La razón pura no existe.
Sin vísceras no hay decisión.
Una eferente, 200000 aferencias. O léase: un disparo microscópico desencadenando 200000 otros disparos, un disparo microscópico condicionado por 200000 otros disparos.
Conexiones que llegan conexiones que parten conexiones con los ojos conexiones con el bazo conexiones con lugares insospechados en tu mismísima cabeza.
Nombres que se vuelven corrientes infinitas en el interior de tu cabeza.
Conceptos y asociaciones.
Electrones que disparan.
Luces del color del olor de las manzanas.
Ferrater y cigarrillos.
Martinis y 124.
La Mussara y desnudez.
De pequeño, con 17, interesado en cierto modo por las neuronas.
Pero no quise ser neurólogo.
Ser algo no es lo mismo que disfrutar con algo.
Me fascina el cerebro.
La mente del animal.
Pensarte con el intestino.
Calcular con mil latidos.
Los libros de Antonio Damasio.
Los de Ekhonon Goldberg
El error de Descartes.
En busca de Espinoza.
La paradoja de la sabiduría.
El cerebro ejecutivo.
Ed. Drakhontos.

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